Los otomies son originarios del Valle del Mezquital, zona desértica del
estado de Hidalgo. Esta es una región que en la actualidad es emigrante
ya que las condiciones de trabajo son poco productivas, sin embrago en
fiestas muy importantes como la de los Santos Difuntos los emigrantes
regresan para continuar con sus tradiciones.
En el pensamiento otomies la vida no
termina con la muerte, es solamente el paso a una vida mejor y por esa
misma condición los fieles difuntos tienen “el deber” de venir a
“visitar” a sus seres queridos en el mes de noviembre para convivir con
ellos, porque en sí, no es eterna la muerte y este pensamiento y
práctica se refleja en este pueblo.
La ofrenda comprende una práctica sagrada en la que las dádivas se representan a través del pan, la sal, la fruta, el agua, el vino y el alimento preferido del difunto. Se pueden enriquecer según la tradición de la región, comunidad o familia e incluir otros elementos que personalicen el acto. La ofrenda es, entonces, el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria para dialogar con el recuerdo de los muertos.
Desde otro punto, la ofrenda es la fusión del viejo y el nuevo mundo que permitió la integración cultural de las costumbres europeas (flores, veladoras) y las tradiciones indígenas (copal, flor de cempasúchil y elementos naturales).
Entre los elementos imprescindibles que debe contener una ofrenda están:
El agua. Fuente de vida. Después del recorrido que han transitado las ánimas, se ofrece el líquido para mitigar su sed y fortalecer su regreso.
La sal. Como elemento purificador ayuda a que el cuerpo no se corrompa y se mantenga en condiciones para su viaje de vuelta y su próxima venida.
Velas/veladoras. Las velas simbolizan la luz que guía a las ánimas en su visita y de vuelta a su morada. La flama simboliza la luz, la fe y la esperanza; en el México antiguo se utilizaban rajas de ocote, las que se intercambiaron por veladoras o cirios. En la tradición indígena cada vela representa a un difunto, y su color dependerá de la condición de la familia: los cirios morados son señal de duelo.
La
ofrenda comprende una práctica sagrada en la que las dádivas se
representan a través del pan, la sal, la fruta, el agua, el vino y el
alimento preferido del difunto. Se pueden enriquecer según la tradición
de la región, comunidad o familia e incluir otros elementos que
personalicen el acto. La ofrenda es, entonces, el reencuentro con un
ritual que convoca a la memoria para dialogar con el recuerdo de los
muertos.
Desde otro punto, la ofrenda es la fusión
del viejo y el nuevo mundo que permitió la integración cultural de las
costumbres europeas (flores, veladoras) y las tradiciones indígenas
(copal, flor de cempasúchil y elementos naturales).
Entre los elementos imprescindibles que debe contener una ofrenda están:
El agua. Fuente de vida.
Después del recorrido que han transitado las ánimas, se ofrece el
líquido para mitigar su sed y fortalecer su regreso.
La sal. Como elemento
purificador ayuda a que el cuerpo no se corrompa y se mantenga en
condiciones para su viaje de vuelta y su próxima venida.
Velas/veladoras. Las
velas simbolizan la luz que guía a las ánimas en su visita y de vuelta a
su morada. La flama simboliza la luz, la fe y la esperanza; en el
México antiguo se utilizaban rajas de ocote, las que se intercambiaron
por veladoras o cirios. En la tradición indígena cada vela representa a
un difunto, y su color dependerá de la condición de la familia: los
cirios morados son señal de duelo.
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La
ofrenda comprende una práctica sagrada en la que las dádivas se
representan a través del pan, la sal, la fruta, el agua, el vino y el
alimento preferido del difunto. Se pueden enriquecer según la tradición
de la región, comunidad o familia e incluir otros elementos que
personalicen el acto. La ofrenda es, entonces, el reencuentro con un
ritual que convoca a la memoria para dialogar con el recuerdo de los
muertos.
Desde otro punto, la ofrenda es la fusión
del viejo y el nuevo mundo que permitió la integración cultural de las
costumbres europeas (flores, veladoras) y las tradiciones indígenas
(copal, flor de cempasúchil y elementos naturales).
Entre los elementos imprescindibles que debe contener una ofrenda están:
El agua. Fuente de vida.
Después del recorrido que han transitado las ánimas, se ofrece el
líquido para mitigar su sed y fortalecer su regreso.
La sal. Como elemento
purificador ayuda a que el cuerpo no se corrompa y se mantenga en
condiciones para su viaje de vuelta y su próxima venida.
Velas/veladoras. Las
velas simbolizan la luz que guía a las ánimas en su visita y de vuelta a
su morada. La flama simboliza la luz, la fe y la esperanza; en el
México antiguo se utilizaban rajas de ocote, las que se intercambiaron
por veladoras o cirios. En la tradición indígena cada vela representa a
un difunto, y su color dependerá de la condición de la familia: los
cirios morados son señal de duelo.
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El agua. Fuente de vida.
Después del recorrido que han transitado las ánimas, se ofrece el
líquido para mitigar su sed y fortalecer su regreso.
La sal. Como elemento
purificador ayuda a que el cuerpo no se corrompa y se mantenga en
condiciones para su viaje de vuelta y su próxima venida.
Velas/veladoras. Las
velas simbolizan la luz que guía a las ánimas en su visita y de vuelta a
su morada. La flama simboliza la luz, la fe y la esperanza; en el
México antiguo se utilizaban rajas de ocote, las que se intercambiaron
por veladoras o cirios. En la tradición indígena cada vela representa a
un difunto, y su color dependerá de la condición de la familia: los
cirios morados son señal de duelo.
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Copal e incienso. El copal es para los indígenas lo que el incienso para los españoles. Con la fragancia que despiden, se cree, se limpia el lugar de la ofrenda de los malos espíritus para que el alma pueda entrar sin ningún riesgo.
Las flores. La flor representativa de la festividad es la de cempasúchil. En el pasado se creía que esta flor tenía propiedades curativas, sin embargo ahora sólo se utiliza para adornar y aromatizar, algunas veces se deshoja para hacer caminos de pétalos que guíen al difunto del cementerio a la ofrenda, y de regreso.
Otros elementos:
El petate. Se coloca ya sea para que las ánimas descansen o sobre la mesa para colocar los elementos de la ofrenda.
El pan. Uno de los elementos indispensables del altar es el pan, símbolo de fraternidad reconocido como “el cuerpo de Cristo”.

Entre los elementos imprescindibles que debe contener una ofrenda están:
El agua. Fuente de vida.
Después del recorrido que han transitado las ánimas, se ofrece el
líquido para mitigar su sed y fortalecer su regreso.
La sal. Como elemento
purificador ayuda a que el cuerpo no se corrompa y se mantenga en
condiciones para su viaje de vuelta y su próxima venida.
Velas/veladoras. Las
velas simbolizan la luz que guía a las ánimas en su visita y de vuelta a
su morada. La flama simboliza la luz, la fe y la esperanza; en el
México antiguo se utilizaban rajas de ocote, las que se intercambiaron
por veladoras o cirios. En la tradición indígena cada vela representa a
un difunto, y su color dependerá de la condición de la familia: los
cirios morados son señal de duelo.
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Un retrato.
Se cree que la imagen debe permanecer escondida para que sólo pueda
verse con un espejo, una manera de explicar que el difunto está pero ya
no existe.
El mole, las calaveras de azúcar, el
licor, una cruz de ceniza y papel picado se colocan para que con sus
aromas, colores y recuerdos se complete la mesa y escenografía en cada
hogar.
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